Me gusta estar al lado del camino, me gusta pensar que la vida es un gran cuento escrito por un gran creador. Este creador sueña para nosotros aventuras, lugares exoticos, amores únicos. Nosotros cual actores solo debemos entregarnos a ese gran cuento y fluir. A veces el creador complica la trama, nos pone en situaciones extrañas, me gusta pensar que todo tiene un sentido, un para que. El arte trabaja con claroscuros, para que exista la luz se necesita la oscuridad, para valorar la alegría se necesita la tristeza. Nos cuesta aceptar las maravillas que el creador nos regala, buscamos la felicidad pero no creemos en ella, le miramos los dientes al caballo regalado e interferimos en el cuento. Hay que aceptar el rol que el creador nos da en su cuento y ocuparlo, porque ese rol es el mejor para nosotros y amigados con el cuento saber que avanzamos hacía un final feliz. El creador ama los finales felices, si nos entregamos al creador y permitimos que cuente su cuento a través nuestro, nos llenará de maravillas, habrá cada día un final feliz. Solo nos pide a cambio que demos testimonio de su cuento, que dejemos un legado para los que vendrán y seguirán este cuento eterno. Plantar un arbol, tener un hijo, escribir un libro; Se supone que son las cosas que todo hombre debe hacer, son legados. Testimonios de nuestro paso por el cuento. Mi libro comienza así....

jueves, 30 de julio de 2009

Perdón

Pedir perdón no debería tomarse con tanta liviandad. El castigo precede al crimen porque uno antes de cometer el crimen sabe el dolor que generara y asume la culpa, esa culpa es el castigo,y uno pretende redimir esa culpa con un simple perdón,un perdón no puede reparar lo que hicimos mal. Para pedir perdón antes hay que estar dispuesto a reparar,de que sirve pedir perdón cuando no hay manera de reparar lo que hiciste mal. Cuando no nos perdonan nos obligan a vivir con nuestro error, con nuestra culpa, cuando no nos perdonan nos obligan a hacernos cargo de lo que hacemos, con un simple perdón no puede borrar el dolor que se causo. Pedir perdón es poner una curita en una herida abierta que nosotros mismos provocamos. Recién cuando nos hacemos responsables de lo que hacemos, ahí se puede empezar a construir algo distinto. Suplicando, a los gritos, de rodilla, implorando en todos los idiomas, pedir perdón no alcanza, no repara, no alivia, si no nos hacemos responsables de nuestras acciones. Cuando no nos perdonan, nos obligan a vivir con nuestro error, con nuestra culpa, porque un simple perdón no puede borrar el dolor. Hay cosas imperdonables, aunque se pida perdón en todos los idiomas.

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